Superar el miedo a hacer el ridículo
- Luis Romero
- 10 abr 2020
- 4 Min. de lectura

¿Cómo te sientes al hacer el ridículo frente a desconocidos?
¿Y si además esos desconocidos son potenciales clientes, colaboradores, jefes y (teóricamente) tienen el poder de decidir sobre tu futuro profesional?
Podría meter la mano en el fuego y afirmar que todos los adultos hemos visto a otros adultos hacer idioteces.
Voy más lejos. Seguramente tú también hayas actuado en alguna ocasión desde la más pura idiotez. Yo también…
Por eso nos paralizamos en los momentos más difíciles; cuando realmente importa. Sabemos que tenemos que actuar, pero el miedo nos frena. La realidad es que el sentido común depende enteramente del razonamiento. Pero somos seres emocionales que tomamos decisiones empujados por dos grandes impulsos ultra primitivos:
Acercarnos al placer o aquello a lo que aspiramos.
Alejarnos del dolor o de aquello a lo que tememos.
Y cuando el placer o el dolor son intensos, salta el reptil que llevamos dentro y le gana al raciocinio, silenciando completamente al sentido común. Por muy tonta que pueda ser la decisión.
Es por esto que te recomiendo empezar a leer sobre inteligencia emocional, ya que no solo es importante a la hora de hablar en publico, sino también para nuestra vida diaria, como por ejemplo cuando vas a tomar una decisión, te ayuda a ver las cosas mas claras frente a un echo en el que intervienen muchas emociones, generar mas empatia...
A continuacion te voy a dejar una serie de pautas aconsejables para vencer el miedo a hablar en publico, partiendo del echo de que ya tienes en cuenta la inteligencia emocional.
Conocimiento y preparación: En muchas ocasiones, el miedo a hablar en público se debe a una falta de preparación o desconocimiento sobre la materia que vamos a abordar. Si sabes mucho de cine o de música podrías hablar horas sin parar.
Pero cuando hablamos de conocimientos que tenemos que exponer y profundizar, la sensación de temor e inseguridad aumenta. Por eso es conveniente alcanzar la seguridad mediante el conocimiento profundo de lo qué vamos a hablar. Tampoco es necesario ser un experto, simplemente tener claros nuestros argumentos, fortaleza y una linea argumental definida, basada en 3 o 4 ideas claves.
Hablar en público es una oportunidad. Hazlo de forma natural: Prepara tu discurso con entusiasmo y aparta de tus pensamientos ideas negativas. Deja de proyectar tus miedos o desconfianzas: “¿y si me olvido de algo?”. “¿Qué pasa si me quedo en blanco?”. De forma inconsciente proyectamos nuestros temores e inseguridades y esto hace resonar nuestro miedo a hablar en público.
Debemos desterrar los pensamientos negativos. En lugar de sabotear nuestro discurso, y a nosotros mismos, debemos proyectar sensación de seguridad, confianza y visualizar lo bien que vamos a hacer nuestra exposición. Des esta manera ya tenemos mucho terreno ganado y nos enfocamos en el éxito de nuestra discurso frente a la audiencia.
Relajación y confianza: La respiración es básica para una buena oratoria. En muchas ocasiones, nuestro discurso se tambalea o se paraliza porque no estamos respirando correctamente.

Para aprender a respirar de forma adecuada es importante saber introducir breves pausas en nuestra intervención. De esa manera conseguimos respirar más profundamente. Y una respiración profunda es la clave para vencer la ansiedad y el miedo a hablar en público.
Entrena tu discurso: Una de las maneras más efectivas de vencer este tipo de temores es la seguridad. Y esta se alcanza con la práctica del mismo. Si ensayas tu discurso, de una manera relajada, acabarás dominando el tema y la situación a la que te vas a enfrentar.
Deberemos hacer un simulacro de exposición: practicar nuestra intervención en voz alta, usando el lenguaje verbal y no verbal que vayamos a emplear en nuestro discurso.
Y a ser posible, con alguna persona de confianza como testigo, que pueda asesorarnos o detectar las fortalezas y debilidades de nuestra exposición. Otras personas prefieren grabarse en vídeo y corregir defectos y errores tras visualizar su propio ensayo. De esta manera conseguirás desarrollar tu exposición de manera natural y fluida.
De esta manera ganaremos en confianza y seguridad para afrontar el momento de nuestra intervención con todas las garantías de éxito.
Apóyate en recursos visuales: En la edad de la tecnología de la información, casi todo el mundo ya emplea los elementos visuales para atraer la atención del público. Pero esta herramienta nos ayuda también a ordenar y dar sentido a nuestra intervención.
Las diapositivas con fotografías, listados y esquemas visuales nos facilitan la exposición. Al tiempo que nos sirven como guías para que no nos quedemos en blanco y sepamos, en todo momento, por dónde debemos proseguir en nuestra intervención.
Este tipo de referentes visuales no son solo una ayuda para nosotros sino que facilitan la comprensión y retención de aquello que estamos exponiendo, frente a nuestro público.
Conecta con la audiencia: Frente a un público o audiencia más o menos numeroso, no todo el mundo que nos escucha va a reaccionar de igual manera. Pongamos por caso que miramos al público y vemos a alguien sonriendo o bostezando. Pues bien, no dejes que eso te afecte. No es tu problema ni tu responsabilidad.
Al fin y al cabo, su reacción seguramente se deba a una circunstancia externa a tu exposición. Igual ese espectador no ha dormido bien o se ha acordado de una broma que escucho ayer en la radio. Y muchas otras personas están realmente interesadas en lo que estás diciendo. En lugar de ello, debes tratar de conectar con tu audiencia. Incluirles en tu discurso. Hacerles sentir parte de lo que expresas. Hazles participar, pregúntales o menciona cosas con las que se puedan sentir identificados y que tengan que ver con la temática de tu exposición.
Mira a todo el público como si mirases a los ojos de cada uno de ellos. Sonríe y busca sonrisas cómplices. Pregunta si les está quedando claro lo que expones. Haz participe a tu público.
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